En la fotografía como en la vida, las luces y las sombras siempre están presentes.
Dice una frase que no puede haber luz si no hay sombra (y viceversa).

Caminar por las calles del centro de Bogotá con una cámara o en su defecto un celular siempre será una gran experiencia sensorial. Cada esquina es vibrante, cada pared cuenta una historia.

Cada sitio de obleas, frutas, chicha, etc es un microcosmos. ¡Se respira vida y movimiento!

Hace más de 15 años, por allá en 2009, comenzaba esta pasión por la fotografía. Y que lindo es volver a lo simple. A buscar la magia en lo cotidiano. Jugar con la exposición, los planos, las sombras. Sin ninguna pretensión, sin motivo alguno, mas que vibrar con cada imagen y capturar en cada escena la eternidad de lo fugaz.

JM